La piratería en el siglo XVI y su impacto en las relaciones
entre España y la Nueva España.
Inicio de un viaje.
Si bien América fue descubierta en el siglo XV, fue hasta el
siglo XVI que empezó un interés del hombre del Renacimiento hacia el Nuevo
Mundo, que se lanzaba a lo desconocido a través del mar, tal vez por fama o el
deseo de hacer grandes hazañas. La actitud básica de estos exploradores y
colonizadores, igual que de los corsarios era de curiosidad por conocer nuevas
tierras, no sólo por ambición o necesidad si no por el interés a lo
sobrenatural; supersticioso, santo, milagroso, mágico y con una visión de
América recubierta de oro y plata.
Pero no podemos hablar de viajes sin un elemento muy
importante, los mapas. En el siglo XV habían tres tipos de mapas: 1). El mapa de Jerusalén o Mappamundi, con Jerusalén al
centro. Era un equivalente visual del Génesis y su propósito era ante todo
cristiano. Era inútil para el navegante. 2). El mapa Ptolemaico, derivado de la Geographia de Claudio Ptolomeo de Alejandría (siglo II. d. C.).
Mostraba el mundo como se conocía en su tiempo y daba una visión más o menos
certera de Europa, la costa norte de África y Arabia. Un océano Índico amplio,
al sur con una especulativa masa de Terra
Incognita. 3). El mapa portulano o
carta náutica elemental, en el cual el navegante tenía que saber cómo encontrar
su ruta tomando en cuenta puntos de referencia costeros, y estableciendo rumbos
que transportaba al compás respetando la dirección de los vientos que la hacían
derivar. El primer mapa del Nuevo Mundo lo hizo Juan de la Cosa en 1500, que
anduvo con Colón y Bastidas. Pero sin duda el mapa más preciso era el del
geógrafo alemán Waldseemüller que publicó en 1562 en donde se representaba toda la costa
sudamericana y donde se le nombro América al nuevo continente.